De todos es conocido que la vía aérea es la principal vía de contagio en la infección por COVID-19, de manera que existe un elevado número de virus en el área nasofaríngeo desde las primeras horas tras dicho contagio. Esto hace que la muestra ideal para el diagnóstico sea el exudado del área nasofaríngea, recogido con escobillón.
Los ensayos existentes pueden dividirse en dos categorías:
-Ensayos que detectan el virus propiamente dicho:
o Prueba de PCR (Polymersae Chain Reaction): detecta el ARN del virus en exudado nasofaríngeo.
o Prueba rápida de detección de antígeno: detecta proteínas del virus en exudado nasofaríngeo.
– Ensayos que detectan las defensas (anticuerpos) generadas contra el virus:
o Prueba de detección de anticuerpos: detectan cualitativa o cuantitativamente anticuerpos en sangre. Serán de tipo Inmunoglobulina M (IgM) en la fase más aguda de la enfermedad y de tipo Inmunoglobulina G (IgG) en la fase más tardía de la misma.
La validez de estas pruebas depende fundamentalmente de dos variables, la sensibilidad del ensayo, es decir, la capacidad de este de informar como positiva una muestra que es positiva, y del estadio de la enfermedad en el que se encuentra el paciente.
Valoración desde el punto de vista de la sensibilidad
Los test de PCR, que son los que se han venido empleando hasta la fecha, son los de mayor sensibilidad de todos los disponibles, llegando a detectar hasta 20 copias de ARN del virus/ml de exudado. Por este motivo es la prueba de referencia para el diagnóstico en la actualidad.
Los test de antígenos, lo que se conocer como “test rápidos”, presentan sensibilidades bajas que, en algunos casos se sitúan en un exiguo 30%, lo que significa que solo serían capaces de informar como positivos un 30% de los casos verdaderamente positivos. Esto implica que estas pruebas generarán muchos falsos negativos, es decir, resultados negativos en pacientes que en realidad son positivos.
Finalmente, los ensayos de detección de anticuerpos en sangre sí presentan una mayor sensibilidad, podría estar entre el 80% y el 90%, según los estudios publicados o en curso hasta la fecha. Su limitación tiene que ver con el tiempo que tardan en aparecer dichos anticuerpos en sangre
Valoración desde el punto de vista del estadio de la enfermedad
El proceso natural de la infección por COVID-19 implica la existencia de virus en el área nasofaríngea desde el comienzo de la misma, por lo que los ensayos basados en la detección de virus (PCR y detección antigénica) son los ideales para la detección precoz de la infección.
Sin embargo, los ensayos que detectan anticuerpos únicamente tendrían validez en fases más avanzadas de la enfermedad dado que dichos anticuerpos pueden retrasar su aparición en sangre entre una y cuatro semanas desde el comienzo de la infección.
Conclusión
Por todo lo expuesto anteriormente se puede concluir que la prueba de mayor validez para un diagnóstico precoz de la infección por COVID-19, es la PCR en muestras de exudados nasofaríngeos dada su alta sensibilidad para detectar virus desde los primeros días tras el contagio. Su limitación reside en el tiempo de ejecución del ensayo que implica varias horas desde la entrada de la muestra en el laboratorio.
Los llamados “test rápidos” de detección de antígeno, a pesar de su baja sensibilidad, pueden resultar útiles para el cribado previo de un porcentaje de población, debido a la rapidez de obtención de resultados (15-30 minutos). Así, aquellas personas con resultados positivos en este ensayo serían aislados inmediatamente mientras que, aquellas con resultados negativos, pero con una sintomatología sospechosa de infección, deberían ser posteriormente confirmadas mediante el ensayo de PCR.
Finalmente, los ensayos de detección y cuantificación de anticuerpos en sangre pueden resultar útiles para el diagnóstico en fases avanzadas de la infección, en la que la carga viral ya no sea detectable en muestras nasofaríngeas por pruebas antigénicas o de PCR. Igualmente, pueden ser empleadas junto con los test antigénicos como pruebas complementarias en las situaciones en las que la PCR no esté disponible de forma masiva.
En definitiva, la determinación por PCR en muestras nasofaríngeas se mantiene como la prueba de referencia por su sensibilidad y capacidad de detección precoz del virus, pero las pruebas rápidas antigénicas y de anticuerpos tienen su validez en determinadas circunstancias, como complementarias a la primera y siempre valoradas en el marco del cuadro clínico del paciente.